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En el universo, todo está interconectado, no puedes arrancar una flor sin molestar a una estrella” esta frase del poeta británico Francis Thompson, quien en su momento fue asociado como sospechoso de ser el tristemente célebre Jack El Destripador, describe de alguna manera el nivel de simbiosis de nuestro mundo. En ese contexto, ¿qué puede tener en común la conservación de bosques con electricidad limpia?

Desde mi experiencia de trabajo en comunidades rurales, en su mayoría indígenas, sin conexión a la red eléctrica en la amazonía y región andina; la necesidad de electricidad ha sido creada gracias a que las familias a pesar de sus escasos ingresos, han ido consiguiendo electrodomésticos pequeños, iluminación artificial, en algunas ocasiones un computador portátil y últimamente teléfonos celulares, con un sentido de pertenencia y claro la facilidad de contar con medios de comunicación portátiles y de bajo costo. No quisiera entrar en detalles sociológicos si esto es adecuado o no, pues ese no es mi propósito en esta historia, pero es de lo que he sido testigo en el campo.

Pero también he visto en la mayoría de comunidades una intención de convivir de manera armónica con la naturaleza, y tratar de disminuir su impacto con su forma de vida, de hecho una vez tuve la oportunidad de preguntarle a un líder indígena de una comunidad kichwa en la zona del Rio Conambo en la amazonía ecuatoriana, si la electricidad los afectaba negativamente en su estilo de vida, y me dijo que no, que en realidad es un avance de la humanidad que ha mejorado su calidad de vida y la de sus descendientes, pero que él conoce muy bien que existen formas de producción de energía menos contaminantes y que ese tipo de tecnología es la que el preferiría manejar pues está mas acorde a su filosofía de vida y creencias ancestrales.

Con esa forma de pensar, es claro que la necesidad del mundo por disminuir la cantidad de carbono en la atmósfera, está siendo de alguna manera entendida por muchos habitantes indígenas de zonas rurales, al tratar de defender, respetar y conservar los bosques nativos que son parte de su entorno natural, puesto que estos son los grandes captores de CO2 de la atmósfera para luego volverlo aire puro, es decir que el bosque está proveyendo lo que se conoce como un servicio medio ambiental; pero es claro también que tienen una necesidad de acceso a energía eléctrica que su generación, no implique contaminación de su entorno para tener una adecuada calidad de vida en su lugar de residencia, o sea la selva.

Existen en la actualidad programas de conservación de bosques primarios, que financian a estas comunidades por mantener hectáreas de este tipo de bosques intactos, con el fin de que sean captores naturales de CO2 de la atmósfera, mientras que por otro lado, la generación de energía renovable en zonas rurales no conectadas a la red, puede ser una manera de evitar o reducir el uso de combustibles fósiles para la producción de electricidad in situ, con la consecuente disminución de emisiones de CO2.

Es claro que desde ambas perspectivas el CO2 es el factor común; por lo que, ¿por qué no pensar en un mecanismo que permita relacionar unidades de energía eléctrica generada por sistemas fotovoltaicos, en zonas aisladas con su consecuente factor de emisiones asociado, con unidades de área de bosques conservados como secuestradores de CO2? Dicho de otra manera, estaríamos planteando una transacción basada en la capacidad adquisitiva de las emisiones de CO2 absorbidas por una hectárea de bosque conservado por una comunidad, para poder intercambiarlas por unidades de energía eléctrica limpia, generadas por paneles solares para uso de la misma comunidad.

Tal vez suene algo muy ideal, pero… ¿Por qué no?

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