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Creo que ya estoy bastante grande para idealizar a uno u otro político con “sueños mesiánicos de salvación de su pueblo”, para erradicar todas las desigualdades y vicios crónicos de la humanidad a través de uno u otro modelo económico, llámese socialismo o capitalismo o cualquier otro nombre que se le quiera dar a la administración de la riqueza de un país.

Pero si defiendo la democracia como un sistema político de discusión justa y de altura, en el debate con bases y criterios, y en el que los ciudadanos electos por su pueblo como los encargados de servir, escuchen el criterio de tod@s, mayorías y minorías con el fin de que sean sus insumos para tomar las mejores decisiones para todos.

Creo que nos hemos sumido en un lapso apasionado ideológico polarizado en el que ya no se discute con profundidad, pues veo que nuestro juicio está nublado por el morbo, y fruto de ello se toma uno u otro bando en función de cápsulas informativas des-contextualizadas de uno u otro lado.

También pienso que nadie en su sano juicio está en contra de las obras realizadas, aunque personalmente pienso que ese es el trabajo por el que se los eligió y no se tendría que estar lanzando tantos bombos y platillos por obras públicas que a la final es necesariamente su trabajo.

Esto no es cuestión de herencias, plusvalías, salvaguardas o como se llamen, al final el dinero viene y va y lo único que importa es el tiempo de calidad que puedes pasar con tus seres queridos, que disminuye cuando tratando de proveerles de una seguridad financiera, inviertes tu tiempo de vida por una retribución monetaria justa en función de las responsabilidades y nivel de dificultad de las labores de trabajo que realizas cada día. Ese tiempo no se recupera y eso es lo que defiendo yo.

Así como el presidente dice que no cree en las herencias, también tengo el derecho de decir que yo no creo en que ese tiempo de vida que he invertido y que se ha transformado en una compensación monetaria, sea traspasado al estado una vez que yo muera para que no sea valorado o sea mal gastado por demoras en gestiones burocráticas por los tiempos geológicos que se toman en hacer una u otra cosa en ciertos casos y salvo muy honrosas excepciones. Es eso lo que yo no estoy de acuerdo.

Que me cobren los impuestos que tengan que cobrarme, todos estamos de acuerdo en ello, en pagar impuestos para el bien de todos, y el que no lo hace, bueno pues eso tiene otro nombre, pero que quieran disponer con mi tiempo de vida acumulado y que es mi justo derecho dejarlo a quien quiera una vez que se ha transformado en compensación monetaria me parece simplemente injusto.

El argumento de la calculadora del SRI lo considero un insulto a mi inteligencia, para que vea que me toca pagar o no, y si debo cuanto tengo que hacerlo como para que me de cuenta que no voy a entrar en el rango de pago, porque no voy a llegar a ser nunca rico. Pues sepan que tengo una ingeniería en electrónica, un diplomado en dirección de proyectos, una maestría referente a uno de los negocios más rentables del mundo en estos tiempos, energía renovable; y otra maestría en camino sobre ambiente y cambio climático; creo que con ese antecedente tengo las capacidades como para de manera perseverante llegar a acumular cierta cantidad de dinero a lo largo de mi vida, todavía no soy tan viejo estoy en mis 30s, por tanto me parece que subestiman mis capacidades al tratar de venderme la idea de que no voy a llegar a pagar impuestos “tan altos”, que eso solo lo van a pagar los ricos.

Yo he invertido mi tiempo de vida en formarme como para poder realizar cierto tipo de trabajo especializado que me permite tener acceso a una compensación competitiva, quitándole horas a mi sueño y descanso y me parece absurdo que bajo el lema de la redistribución de la riqueza luego me digan que ese tiempo de vida que he invertido me lo van a quitar.

Soy alguien que dentro de su trabajo diario cree y defiende la reducción de la brecha de desigualdad en el mundo y trabaja codo a codo con el Estado en proyectos de desarrollo desde la trinchera que me corresponde (no soy un funcionario de estado), pero gracias a esa experiencia ganada es que no creo en la redistribución de la riqueza per se, sino en la generación de trabajo en función de ideas creativas y sustentables con el ambiente que permitan ser caminos de generación de riqueza para quienes se decidan a trabajar por ello.

No reclamo por el dinero que tenga o no que pagar, reclamo por que mi tiempo invertido de vida, mi esfuerzo durante este lapso de tiempo de mi existencia, quiera ser mermado en función de un concepto ideológico de redistribuir a alguien que no ha realizado el mismo esfuerzo, porque me disculpan pero el que quiere, puede progresar. A eso se le llama voluntad y perseverancia.

Concluyo diciendo nada más que es de sabios guardar silencio y escuchar la opinión de los demás, pero la sabiduría no necesariamente es sinónimo de inteligencia.

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