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La factura de electricidad está constituida por algunos cargos y factores que componen el precio del kilovatio hora dependiendo de donde, como y cuando se genera la energía, el sector que lo consume sea este industrial, comercial o residencial, así como la regulación vigente que se aplique para la facturación y sus impuestos, y la utilidad asociada a la venta de la energía.

Dependiendo del país o región, la tarifa no necesariamente refleja el costo de producción real de esa energía, sino que cuenta con algún tipo de subsidio asociado por temas de política pública local o política energética sectorial, o para mantener un equilibrio en las cuentas de manera general que permitan tener un precio promedio adecuado para el consumidor. Por lo general, la tarifa está diseñada de tal manera que al menos permita cubrir los tradicionales costos de generación, transmisión, distribución, comercialización y operación y mantenimiento, esto en el contexto de sistemas de generación centralizados y extensas redes de transmisión, así como densas redes de distribución de energía, pero: ¿qué sucede cuando la generación de energía se realiza desde el propio techo del lugar en el que se consume la electricidad, aprovechando la luz del sol a través de paneles solares fotovoltaicos?

El esquema convencional previamente descrito ya no aplica y por tanto esos cargos de alguna manera ya no tiene sentido pagarlos. A esto se le conoce como Generación Distribuida y para el caso descrito Autoconsumo. Así, el consumidor pasa a ser un “prosumer” o prosumidor, que no es nada más que alguien que puede generar y consumir su energía eléctrica mientras sigue conectado a la red pública, pero entonces ¿cómo se valora esa energía autogenerada, si la composición de la tarifa antes descrita ya no es referencial?

Hay que considerar también que la generación distribuida genera valor, al brindar mayor estabilidad en la red, mejora la calidad del servicio y su resiliencia ante eventos externos que interrumpirían el servicio centralizado de distribución de electricidad e incluso en muchos casos ayuda a mejorar el factor de emisiones de la red (así sea en pequeña escala) esto, ¿no debería también ser reconocido como un servicio complementario del prosumer hacia la empresa de distribución?

Visto desde una manera global, para que todo el proceso de generación distribuida de electricidad a partir de energía solar pueda fluir, deben cumplirse las siguientes condiciones generales:

  1. Debe existir un potencial teórico de aprovechamiento del recurso energético, es decir debe haber la suficiente cantidad de radiación solar disponible para aprovecharla.
  2. Debe existir un potencial técnico de aprovechamiento y producción de dicha energía solar para transformarla a electricidad, en otras palabras debe haber una factibilidad física para la instalación de los paneles solares fotovoltaicos.
  3. Debe existir un potencial económico que indique que el aprovechamiento de la energía solar a través de un análisis de costo nivelado de la energía lo visualice como factible para que las inversiones sean viables.
  4. Debe existir un potencial de mercado, asociado a un ambiente adecuado tanto regulatorio como comercial que permita que las inversiones puedan aterrizar en un marco competitivo con las fuentes de abastecimiento energético tradicionales.
    La diferencia de que muchos países, regiones o economías en el mundo hayan podido conseguir el despliegue en mayor o menor medida de la generación y del autoconsumo de energía solar, reside en la conjunción adecuada y la sintonización favorable por parte de las autoridades y reguladores del mercado, de las condiciones antes mencionadas y que puedan responder la pregunta antes planteada, cómo conseguir una valorización adecuada de la energía autoproducida, para que pueda ser contabilizada en una transacción en el mercado eléctrico con una tarifa definida que sea competitiva.

Recurso, tecnología, mercado y regulación.
El recurso solar, sobre todo para países que se encuentran en la zona tórrida del planeta es decir la región definida entre los trópicos de cáncer y capricornio, es la que cuenta con la mayor cantidad de dicho recurso, más allá de algunas particularidades que ciertas zonas tienen y que potencializan su aprovechamiento como como es el caso de la región Andina central, el desierto de Atacama, o las llanuras australianas o el desierto del Sahara, es decir que los habitantes del planeta que residen en estas zonas tendrían las mejores probabilidades de aprovechar la disponibilidad del recurso solar con capacidades de salida en potencia fotovoltaica que bien podría superar los 2.400 kWh/kWp anual.

Por otra parte, los costos de la producción relacionada a la tecnología solar fotovoltaica han tenido una tendencia hacia la baja en los últimos 10 años que han permitido a las empresas reducir sus precios de venta de la electricidad generada a partir de solar fotovoltaica desde 0,40 USD/kWh en 2010 a valores inferiores a 0,05 USD/kWh en 2020, llegando a ser más competitivos que los precios de la generación térmica tradicional con combustibles fósiles

Si bien la reducción del precio final del kWh ha sido el gran potenciador para la introducción de este tipo de generación en los mercados eléctricos tradicionales, el aterrizaje y su masificación en los diferentes países ha sido producto de acertadas decisiones en política energética y la creación de marcos regulatorios favorables y flexibles, así como mecanismos de mercado competitivos, que han permitido incentivar y dar señales positivas al mercado para que la tecnología solar fotovoltaica pueda ser vista como un negocio rentable, pero sobre todo asumida y reclamada por la población como una opción menos contaminante para la producción de electricidad para su consumo.

En este punto es necesario realizar una división por practicidad de interpretación de la generación de electricidad que se pueda conseguir a partir de la energía solar fotovoltaica, en primer lugar, aquella que es generada en plantas solares para su venta, y aquella que es autogenerada para el propio consumo; el primer caso cae en el modelo tradicional de generación centralizada, mientras que el segundo caso está más bien en la clasificación de generación distribuida.

Centrándose en el segundo caso y con el fin de responder la pregunta planteada sobre como valorizar adecuadamente la energía autoproducida, las entidades reguladoras han ido creado y evolucionando con mecanismos que van desde los subsidios, el “feed in tariff” hasta los actuales “Netbilling” o Facturación Neta y el “Netmetering” o Balance Neto, o incluso combinaciones de ellos como instrumentos de política y regulación para los mercados eléctricos, y que han permitido que los prosumidores puedan valorizar su energía autogenerada según el caso y tener claras las condiciones para verterla en la red, y que esta sea reconocida como una transacción válida en los mercados eléctricos

El precio de la electricidad
Un factor común que se observa en los países que más penetración de energía solar per cápita, es el alto costo de la factura eléctrica que sus habitantes deben pagar, por lo que la alternativa de colocar sistemas de autogeneración o buscar opciones de compra de energía más barata y menos contaminante, en este caso la solar fotovoltaica, ha sido también un motivador para que este tipo de tecnología pueda ingresar en sus mercados eléctricos, visto como una medida de ahorro o de alguna manera como eficiencia energética, y de una forma secundaria pero no menos importante como una motivación de cuidado del medioambiente.

Para el caso de América Latina, en donde los recursos energéticos renovables son abundantes y el sector energético en algunos de los países cuenta con altos componentes de subsidios asociados al consumo, la difusión y fomento de la utilización de este tipo de tecnología para ciertos sectores de la población que si la podrían adquirir, pueden ser mecanismos a la larga beneficiosos para dejar de subsidiar a quien no se debe.

En México o en Brasil se ha podido observar que este tipo de tecnología ha penetrado en regiones que no necesariamente tienen el mayor potencial de recurso solar pero si cuentan con la capacidad adquisitiva para integrar esta tecnología como parte de su forma de autoabastecerse de energía, o como el caso de Chile en los que los mecanismos regulatorios han permitido generar un mercado muy favorable para la solar fotovoltaica en los últimos 10 años y esto lo ha posicionado como el país con la mayor capacidad de potencia solar instalada de la región, aunque esto no necesariamente refleje una disminución en el precio del kWh del sector residencial, pero si en una alta descarbonización de su matriz eléctrica, que al final es adecuado para las cuentas del país al no tener que depender de factores políticos externos e importaciones de combustibles fósiles para la generación de electricidad, como lo sucedido a inicios del siglo XX con el gas natural de la vecina Argentina.

Sin embargo, hay casos especiales en algunas regiones de América Latina en las que, debido a su condición geográfica como áreas remotas la interconexión a la red eléctrica nacional no es posible, y esto hace que el costo real de la energía para estas poblaciones por costos logísticos y de combustible para generar electricidad sea extremadamente alto, por lo que opciones de tecnologías de generación descentralizada a partir de energías renovables no convencionales como es el caso de las mini y microredes solares con sistemas de almacenamiento, o los sistemas fotovoltaicos autónomos, sean tecnologías muy competitivas en el largo plazo debido a su independencia, robustez y confiabilidad.

Para el año 2020, el acceso a la energía eléctrica en América Latina llegó a una cobertura del 97% de la población de la región; sin embargo, ese 3% restante (aprox. 20 millones de personas), se identifica específicamente en las bajas tazas de electrificación en zonas rurales, de algunas regiones en América Central, la Región Andina y la Amazonia, en las que la oportunidad para la generación distribuida no interconectada a la red eléctrica nacional ha demostrado que es una de las mejores opciones para dar cumplimiento con una de las metas establecidas para los países en de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 7): “no dejar a nadie atrás”.

Una adecuada sintonización de los condicionantes antes descritos se hace necesaria, para que la generación distribuida de energía eléctrica a partir del recurso solar en la región, pueda alcanzar los niveles de penetración de otras regiones en el mundo, y se hace evidente que, en los mecanismos de mercado, de financiación e instrumentos regulatorios es en donde se hace necesario innovar, puesto que la tecnología ya existe y el recurso en la región es abundante.

Este artículo fue publicado originalmente con fines informativos para Sustainable Energy Intelligence & Solutions www.e-seis.co.uk

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